
Mientras todas estas preguntas pasaban por su cabeza, la rapaz divisó al cordero y bajó en picado, lo atrapó y se lo llevó volando.
El cordero mientras era raptado, lo único que podía hacer era sonreír y pensar: ¡Vuelo, vuelo!
Por eso los corderos han evolucionado para mirar al suelo y no al cielo.
Por eso se tiene mirada y sonrisa de cordero a medio degollar.
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