viernes, 8 de agosto de 2008

Rabia

De repente la rabia le invadió.
Deseó odiar, deseó que el mismo dolor fuese transmitido. Que el hacedor indirecto del sufrimiento lo hiciera de nuevo, pero esta vez directamente.


Y deseó, sobre todo, conseguir ignorar, olvidar de una vez por siempre a quién jamás permitiría ser amada. Aquella a la que había sentido más cerca en su vida y a la vez se encontraba a galaxias de distancia. Porque no hay mayor distancia ni mayor barrera que las que nos ponemos a nosotros mismos y tras las que nos escudamos de los demás para impedir que nadie se acerque.
03/08/08

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