viernes, 17 de octubre de 2008

Espantapájaros y fierecillas.

Ese día la fierecilla si que fue algo malvada. Hirió y desgarró con sus palabras y actos el débil cuerpo del espantapájaros, haciendo que la paja saliera de su cuerpecito, deshaciéndolo.
Esa misma noche, mientras la fierecilla dormía, él recompuso su cuerpo, no durmió nada para desaparecer al alba y no volver jamás.

Hay quien cree que el mundo no es para los débiles, pero lo que tal vez desconocen es que el robusto y arrogante roble parte ante el fuerte viento, mientras que el insignificante junco resiste al huracán más potente.

No hay comentarios: